La ingesta de ruda (macho) para el primero de agosto es una tradición milenaria de los pueblos originarios que nos reconecta con nuestra experiencia de finitud.
Suele ser en agosto,
Porque en agosto los ocasos
Son de un barro sangrante
Era lejos, Manuel J. Castilla
Yo pienso que a alguien que toma la infusión milagrosa todos los primeros de agosto de su vida, le pueden pasar dos cosas. O bien llega un momento que el ritual se vuelve vano y no produce ningún efecto, o bien llega el momento en que el olvido nos traiciona y se nos va un agosto, sin nuestra infusión macho y entonces entramos en un tiempo vulnerable que nos recibirá con su mortal estocada. Estamos hechos para la muerte, eso es un hecho inexorable.
Pero también pienso que nos tranquiliza pensar que un tecito por año nos ayuda a patear para adelante esa hora inescrutable en que vamos a morir, y que denodadamente preferimos esquivar. Patear para adelante. Nada más. Pedir un agosto de regalo. Podríamos preguntarnos, ¿cuantos agostos esperamos que nos regalen?
Estamos hechos para la muerte, pero siempre queremos nuestra ruda y esperamos muchos agostos más con una fe inquebrantable.
Yo ya tengo mi ruda macho para este agosto. Esta ahí, esperando la poda de sus hojas y el hervor de una infusión. Vivida, carnosa, desafiante.
Estamos hechos para la muerte, pero yo tengo mi ruda, como muchos agostos que ya he pasado. La prefiero en una copa de caña.
Sin embargo, sucede que esta vez por alguna razón no estoy seguro de tomarla.
Suele ser en agosto.
L. C.
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