jueves, 13 de mayo de 2010

SAMUEL BECKETT: A PUNTO DE SIGNIFICAR ALGO. "Final de Partida" en la UCSE



“En este lugar, en este momento,

la humanidad somos nosotros,

nos guste o no. Aprovechémoslo, antes

de que sea demasiado tarde.”

Beckett, Esperando a Godot




Borges relata una anécdota. En cierta oportunidad había asistido a una puesta en escena de Macbech. La puesta era mala, la traducción pésima, el vestuario decadente, nos dice decepcionado. Sin embargo, al finalizar la obra confiesa que inexplicablemente se sintió “deshecho de pasión trágica” y concluye: “Shakespeare se había abierto camino”.

Al tomar conocimiento que se iba a llevar a cabo en Santiago del Estero una puesta de Final de partida de Samuel Beckett, he pensado en los desafíos y riesgos que representaba un texto de semejante complejidad, un texto que exige mucho del elenco y su dirección, ya que se trata de una propuesta que colisiona con el sentido común y con las expectativas acostumbradas frente a una obra de teatro, que transgrede mucho las tradiciones dramáticas que estamos acostumbrados a presenciar.

Con el recuerdo de la anécdota de Borges he entendido que de cualquier modo valía la pena ver la obra, ya que bien podría Beckett abrirse paso, entre las ruinas de una puesta en escena poco feliz.

El desafío era asumido por el grupo de teatro independiente Mareaje en el marco de las actividades culturales por la celebración del cincuenta aniversario de la UCSE, el sábado ocho de mayo.

Felizmente sorprendido, tengo que admitir que no he necesitado el consuelo de Borges. La puesta en escena ha resultado de una fuerza extraordinaria, se ofreció un Beckett aplastante, desgarrador, angustioso y gigante. Un trabajo actoral exhaustivo, de una base extraordinariamente lograda, tal vez desparejo, con un descomunal Hamm que fragmentaba los silencios con una voz de estremecedoras reminiscencias oníricas. La escenografía, acorde, discreta, mínima, como debe en este caso serlo. Un reloj a velocidad descontrolada, desvanecía el tiempo cósmico en el devenir del habla, en un precipitado flujo de significantes. Los irremplazables tachos, la silla con ruedas y las insinuantes ventanas abiertas a la anchura inalcanzable del mundo, han sido el marco necesario para que tuviera lugar la atmósfera indigente y sombría que rodea la “acción”.

Nos llevaron - a nosotros, el público- hasta ese punto sin retorno al que lleva Beckett, a esa cornisa del sin sentido, nos dejaron ahí y ahí nos interpelaron, con esa exclamación-pregunta que resuena como un martillazo en nuestro fragmentario entendimiento “¡ estamos a punto… estamos a punto de significar algo!”, con un tartamuedeo que evoca el balanceo pendular de un cuerpo en la cornisa frente a la fosa del vacío. La pregunta queda en suspenso como un significante hueco que se mece en nuestras precarias certezas. Ese es quizá el lugar penumbroso al que el texto y su representación nos llevan: un “a punto de” que no se resuelve, que no se puede resolver sino en la perplejidad de un espectador atónito frente al vacío, frente a ese hiato que se abre entre el lenguaje y el ser. Un “a punto de” que desespera. Un significante que queda ahí colgado del silencio, para que el espectador lo piense desde las ruinas de un sentido literal y unívoco. El texto nos llama a la construcción, pero a una construcción precaria, inconclusa, siempre desfondada. No hay en la obra de Samuel Beckett –como no lo hay en ninguna obra bien lograda- un “querer decir” en el que se cierra el texto. Lo que hay es un llamado a “dejarnos decir”, ser atravesados por la obra. Se trata de una cadena significante que no está vinculada necesariamente a una construcción previa de sentido, pero que tampoco navega en la ciénaga de lo arbitrario y lo gratuito. Acaso en ese trabajoso equilibrio está “el punto” del significar.

No es este el lugar de ensayar aquí una “lectura” de Beckett. Solamente queríamos dejar en claro algunos logros de esta realización.

Si como quiere Gadamer la interpretación es un juego creativo de apertura de posibilidades que promueve la obra, esta propuesta supo desarrollar lo mejor que nos ofrece Beckett, desde este lugar, en estas condiciones y para este público.

La obra se presentará en La Plata en este sábado 17 en el Festival Nacional de Teatro. Más allá de expresar los mejores augurios para este evento, es bueno valorar antes la altura de esta propuesta.

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