Nunca nos hemos visto personalmente. No conozco tu
presencia, ni tu voz sin mediaciones, ni la calidez de tu cercanía. Nos presentamos
por teléfono, algo frecuente en estos tiempos de nichos y distancias. Me llamaste
para que coordináramos un evento poético y hablamos una hora. Coincidimos en
nuestras opciones estético literarias. El abuso del teléfono se vio aminorado
por la calidez de tu charla. Después nos encontramos en una grabación remota de
un conversatorio. Me mandaste por teléfono algunos poemas extraordinarios y agradeciste
una nota mía sobre un tema que era un interés en común. Quedamos en que cuando
pasaran estos tiempos íbamos a buscar ocasión de reunirnos y celebrar con
alguna copa. Esa promesa no llegará al menos en esta tierra porque vos, Luis
Alex, poeta afincado en Chilecito, has fallecido hoy, según un mensaje que me
llega. Me desencuentro con las palabras. Respiro hondo y escribo.
Luis, esperame en algún lugar perdido entre los sueños. No
sé cuánto voy a tardar, pero tené listas las copas porque llego, tarde o
temprano llego al corazón de esa metáfora innombrable.
Canción del fusil de pajaritos que dispara al nacer
Luis Alex (1957-2021)
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