viernes, 8 de junio de 2012

EL DESAFÍO DE PENSARNOS EN SITUACIÓN


HACIA UNA FILOSOFIA POLÍTICA SITUADA.
Alejandro Auat, Waldhuter, 2011


Filosofía situada, filosofía inmersa en el limo de la historia que, desde ese espesor, piensa la política.  La Filosofía política situada de Alejandro Auat nos interpela a repensarnos en situación como sociedad política y como sociedad politizada. Pensarnos en situación es hacer filosofía desde los bordes de una cuenca peligrosa. Pensarnos en situación es asumirnos desde el riesgo, político y epistemológico, de entramparnos en las redes de nuestra propia localía o en el abismo de un universalismo desfondado. Dicen las palabras preliminares: 
Pretender hacer una filosofía situada implica un doble desafío y más de una dificultad. Por un lado, no podemos renunciar a la abstracción de los conceptos y a su pretensión de universalidad. Por otro, la situacionalidad del pensar remite siempre a un aquí y ahora que es el que motiva las indagaciones, los acentos, los sentidos. (“2011, pag. 11.)

Pero…  ¿cuál en este caso es el aquí y el ahora del pensar? Quiero recordar un texto de  R. Kusch. Un capítulo del Esbozo...  que se llama “La importancia del lugar filosófico". Ahí se plantea una idea que creo interesante para interpretar esta propuesta. La idea de Kusch es que la filosofía, aún la más universal y abstracta, tiene su lugar, un ámbito desde el cual se proyecta y en el que "campean los símbolos". Para el pensador argentino los símbolos constituyen un horizonte de pre-comprensión que opera a nivel semántico sobre el lenguaje.  
Las palabras de R. Kusch visibilizan las tensiones referidas a las palabras preeliminares. Dice Kusch:
Desde aquí me acompaña el sentimiento de tener derecho a la universalidad, aunque no lo tenga, y esto condiciona de por sí la posibilidad de pensar, para acceder a una universalidad paradójicamente propia, a una universalidad que es mía y que tendrá que serlo también de los otros. Mejor dicho, surge una tercera posibilidad de universalidad entre lo universal que todos dicen y mi lugar en ella.  (1978, pág. 108)

Lo que Kusch sugiere es que el filosofar es un juego. Un juego de escalas y de espejos. Un juego nutrido de aquella matriz de significaciones que operan a nuestras espaldas, que corre por debajo, como una vertiente subterránea.
El lugar filosófico en este caso es reconocido por Auat como lugar de enunciación,  locus enuntiationis,  o lugar hermenéutico. No se trata de un lugar físico, no se trata tampoco de un lugar gnoseológico, se trata de un lugar simbólico-axiológico, en el que está implicada la voz propia del pensador.
En la página 21 leemos lo siguiente:
El lugar de enunciación no es solamente gnoseológico, sino también axiológico (…): hay opciones, hay posicionamientos, hay valoraciones en nuestra mirada, conformando un horizonte de pre-comprensión  que debe ser explicitado y criticado para ser asumido conscientemente (2011).

La filosofía situada aquí propuesta se inscribe en la línea de  una tradición que filósofos de estas latitudes han explorado como un modo inédito de hacer filosofía.  Esa tradición que se remonta a la idea de una filosofía americana de Alberdi, la geocultura y el lugar filosófico de Kusch, la geopolítica de Enrique Dussel, la categoría de región como macro-cuerpo de Gaspar Risco, y otras voces que suenan en la misma dirección.
Nos preguntamos entonces ¿Cuál el aquí y el ahora, el en-donde-desde-donde en que se constituye la  filosofía que esta obra hoy nos entrega? ¿Cuál es el “lugar filosófico” del autor?
Acaso no estemos hablando aquí de un topos susceptible de coordenadas fijas. Se trata más bien de coordenadas móviles, en desplazamiento, en juegos de escalas y de espejos. Los títulos que encabezan las secciones de este libro nos dan cuenta de las peripecias y rodeos de ese topos: desde nuestro enclavamiento más próximo en el suelo simbólico de este Santiago ancestral e intempestivo, pasando por los diversos estratos del NOA y de una Argentina que llama a pensarnos  regionalmente mediados, hasta el desafío de subirnos a los andenes del tren de la UNASUR y a ese difuso horizonte que algunos llaman globalización. Topos que a su vez merodea entre diversas temporalidades histórico-políticas, que nuestro autor reconoce como referentes contextuales: el proceso político de Santiago del Estero, el proceso de descomposición de la política nacional que culmina en la crisis del 2001-2002, el proceso abierto desde el 2003 de recuperación del sentido de lo público.
Se trata de una filosofía que asume su anclaje situacional en el  NOA, que atraviesa diversos mapas geoculturales que nos constituyen, para finalmente llamarnos al desafío de sentar las bases para una re-inventación de una democracia situada. Una democracia reinventada  como programa teórico-práctico, asumido como tarea crítica, creativa, prescriptiva.
Hacia una filosofía política situada no es el primer libro de Alejandro Auat.  Si creemos, sin embargo,  que en estas páginas habla una voz diferente. Una voz que se hace oir desde su tonalidad más propia, a la vez que dialectal. En esas páginas,  entre el sordo murmullo de las tradiciones teóricas que nos han abierto caminos, se puede reconocer una voz más próxima a nosotros:  la voz genuina e irrepetible del filósofo en situación.  Esa tonada propia, santiagueña y noroestina, que nuestra filosofía necesita.    

Kusch, Rodolfo (1978). Esbozo de una Antropología Filosófica Americana, San Antonio de Padua, Pcia. de Buenos Aires: Estudios Filosóficos, Ediciones Castañeda, ,.
Auat, Alejandro (2011). Hacia una filosofía política situada, Buenos Aires: Waldhuter Ediciones. 

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