jueves, 10 de julio de 2014

LIBROS MUNDIALES

La literatura del Siglo XX a través de los mundiales de fútbol  




Historia de la literatura, historia del futbol: vertientes de cauces paralelos. No faltan, sin embargo,  afluentes subterráneos. De vez en cuando intercambian aguas.  Se refrescan entre sí. La literatura del mundo y, especialmente, la nuestra, ofrecen sobrados ejemplos: escritores apasionados por el futbol,  futbolistas que devienen escritores.  Sobre el tema se ha escrito bastante. Umberto Eco, Vladimir Nabokov, Albert Camus, Juan Villoro, constituyen emblemas de la pasión futbolera en el campo de las letras. En Argentina, ni hablemos. Soriano, Fontanarrosa, Sasturain, han hecho literatura –excelente literatura, en algunos casos- con la poética del futbol.

Lo que propongo es pensar la literatura del siglo XX a partir de la historia de los mundiales de futbol.  Recuperar en la memoria los libros inolvidables que han sido dados a luz mientras las gradas gritaban los goles. Libros mundiales.

La célebre Copa del mundo empieza, como se sabe, en el año 1930, en Uruguay. Los argentinos perdimos la final contra los uruguayos. Desde entonces y mientras han vibrado los estadios, los escritores del mundo –wings de la palabra, valga el término- no han dejado de publicar sus libros, muchos de los cuales han sido decisivos, no solo para la literatura, sino incluso para los destinos de la humanidad.

Con el primer mundial, tenemos la aparición de extraordinarias obras.  En narrativa destacamos, a nada menos que William Faulkner con Mientras yo agonizo, una obra maestra, paralizante,  que revelaba una manera hasta ahora inexplorada de narrar.  Con una renovada técnica en que la voz narradora se desplaza a través del murmullo de una quincena de personajes, Faulkner da lugar a una historia trágica y truculenta, que nos instala en el mandato de los enterramientos.  Ese mismo año está Herman Hesse con Narciso y Godmundo, novela de búsqueda de sentido que prosigue una línea de escritura ya transitada por el autor. También  John Dos Pasos publica Paralelo 42. En Poesía aparece Thomas Eliot con su monumental poema Miércoles de Ceniza, una plegaria conceptual de fuerza extraordinaria.  En el género ensayo nos encontramos con El Malestar en la cultura de Sigmund Freud, obra que impactaría profundamente en el mundo del pensamiento, al proponer un cambio de mirada sobre la incidencia de la cultura sobre el inconsciente. En Argentina, Borges nos da su Evaristo Carriego, miscelánea sobre aquel poeta de la cultura barrial porteña. La lista sigue. Tan solo es una muestra.

En el año 1934 se disputa el mundial en Italia y el campeón es el local. En narrativa Scott FitzGerald nos entrega  Suave es la noche,  en poesía está  Fernando Pessoa  con Messagem, único libro publicado en vida por el autor y Paul Eluard con La Rosa Publique.  En teatro Federico García Lorca presenta Yerma y en el ámbito ensayístico, podríamos destacar a Karl Popper con La lógica de la investigación científica.

El año 1938 llega el Mundial de Francia, donde otra vez es campeón Italia.  En el plano literario hay una profusa lista de publicaciones extraordinarias.  En narrativa no podemos dejar de mencionar a  La Náusea de Jean Paul Sartre. Emblemática novela, biblia existencialista del siglo XX, que reflejaría con angustiosa trasparencia, la desazón humana frente a la gratuidad del existir.  En poesía el norteamericano e. e. cummings –así, con minúsculas- nos deja sus Colected Poems, innovadora, destellante e incisiva.  En ensayo hay dos magistrales obras de pensamiento sobre las artes escénicas: El teatro y su doble  de Antonin Artaud y Un actor se prepara de Constantin Stanislaski.

El año 1950 llegaría después de un extenso impasse mundial como efecto de la segunda guerra.  Seria en Brasil, y Uruguay sorprendería al mundo con su histórico triunfo en el Maracaná frente a los locales. En este año salen a la luz una importante cantidad de novelas de autores ya celebres como el caso de Ernest Hemingway con Al otro lado del rio y entre los árboles, el uruguayo Juan Carlos Onetti con La vida Breve. En poesía Pablo Neruda nos deja su Canto General, y Alberto Girri El tiempo que destruye. En el género ensayístico este año va a ser de un impacto mayúsculo. Ahí está El laberinto de la soledad de Octavio Paz y las inolvidables Aguafuertes porteñas de nuestro compatriota Roberto Arlt.  El primero, será un icono de la literatura del siglo XX: una audaz interpretación del mundo azteca y su presencia en el México del presente. 

Sigue en la lista Suiza 1954, con triunfo de Alemania.  Libros destacables: en narrativa el mexicano Carlos fuentes con Los días enmascarados, en poesía los chilenos Pablo Neruda con Odas elementales y Nicanor Parra con Poemas y antipoemas.

El siguiente campeonato es Suecia 1958.  Gana Brasil.  Aparece Julio Cortázar con los cuentos de Las armas secretas, entre los que encontramos el legendario relato “El Perseguidor”, en homenaje al gran músico de Jazz Charlie Parker. También García Márquez nos estrega su no menos legendario El coronel no tiene quien le escriba.  En poesía el americano William Carlos Williams nos entrega su poema Paterson.  En ensayo aparece nada menos que Levi Strauss con su Antropología estructural.

La parada que sigue es Chile, 1962.  Una vez más encontramos a Brasil en el podio.  Ya estamos en el boom.  Ahí está Juan Carlos Onetti, con El infierno tan temido, Cortázar de nuevo con sus populares Cronopios, Carlos Fuentes y La muerte de Artemio Cruz, después de Aura. Gabriel García Márquez también con dos presencias: La mala Hora y los relatos de Los funerales de la mama grande. Hay más. Alejo Carpentier,  El siglo de las luces, y Augusto Monterroso con sus innovadoras historias breves de La oveja negra y demás fabulas.  En ensayo, Marshall McLuhan nos entrega La galaxia Gutenberg y Umberto Eco Opera abierta, ambas de fuerte incidencia. Hay numerosas publicaciones en poesía;  en teatro, está Eugene Ionesco con El rey se muere.

Llega Inglaterra, 1966 y el campeón es el local.  Roa Bastos en Paraguay publica El Baldío, Mario Vargas Llosa en Perú, La casa verde y en Estados Unidos, Truman Capote, A Sangre fría.  Está Gabriela Mistral con Poema de Chile y Vinicius de Morais con Para uma menina com uma flor.

En el año 1970 volvemos al continente sudamericano con México, en el que una vez más se impusiera Brasil ante Italia.  Aquí encontramos a Borges con El informe de Brodie, un libro de cuentos “lineales” y casi realistas que llevarían su narrativa a las afueras de la literatura fantástica y José Donoso con El obsceno pájaro de la noche.

Alemania 1974, campeón el local. El boom está en su punto culminante. En este año se destaca una profusa producción en narrativa. Ernesto Sábato nos entrega su saga metafísica de Abadón, el exterminador, una obra que lleva hasta las últimas consecuencias su exploración en el mundo de las tinieblas.  Cortázar, siempre Cortázar, esta vez con Octaedro. Roa Bastos con su memorable Yo, el supremo. Alfredo Bryce Echenique con sus sospechosos cuentos de La felicidad ja, ja.

Finalmente llegamos a nuestra Argentina 78. La dictadura militar ha hecho estragos y empiezan las grietas por donde se filtra la sangre. El mundial debía ganarlo Argentina y lo ganó, con un sospechoso seis a cero ante Perú en semifinal, y tres a uno ante Holanda en la final. Hubo festejos en demasía para tapar  cadáveres.  Hay libros de Carpentier  (Concierto Barroco), de García Márquez (El otoño del Patriarca), de Carlos Fuentes (Terra Nostra), Juan Goytisolo (Juan sin tierra) y más.

España ochenta y dos llega con la Guerra de Malvinas y Argentina es doblemente derrotada. En el campo de juego y en el campo de combate. Nos volvemos a casa desde el Atlántico sur y desde los estadios españoles casi simultáneamente y con la misma derrota. Aparece por primera vez – a casi cincuenta años de la muerte de su autor- El libro del desasosiego del Poeta portugués Fernando Pessoa, con el heterónimo de Bernardo Soares. Se trata de un deleitoso texto que comprende unos quinientos fragmentos de diarios y reflexiones de un existencialismo avant la lettre. Constituye verdaderamente un fenómeno  y una curiosidad editorial.

De nuevo en México, el mundial de 1986 traería renovados aires a los argentinos.  Ya se han ido los gobiernos militares y el país goza de la primavera democrática de aquellos primeros años de la presidencia de Raúl Alfonsín.  Una oleada de sensaciones de libertad y de fe en nosotros mismos se ha instalado en nuestro pueblo.  Argentina gana la final contra Alemania por 3 a 1 y se consagra por segunda vez campeón del Mundo.  Maradona pinta en el campo sus mejores trazos. Ingenuamente nos desahogábamos de la derrota de las Malvinas, con dos goles contra los ingleses  –memorables, es cierto, pero solo goles-. Tocábamos el cielo.  Y también los libros.  Ahí estaba Mario Vargas Llosa con su novela ¿Quién mato a Palomino Molero?, como un último epígono del boom. El año anterior había aparecido el poemario de Borges, Los conjurados, un exquisito libro de poemas con el que nuestro escritor se despediría de sus lectores, ya que moriría en Ginebra justamente durante los días de este mundial. Lagrimas por Borges, euforia por la selección, fútbol y literatura no unificaban sentimientos.  

Italia 1990, otra vez la euforia, Argentina de nuevo a la final, con el mismo adversario. Esta vez nos aguardaba la derrota y la gran tristeza de un sueño frustrado.  El país había incursionado los caminos más descarnados de las políticas neoliberales, que no tardarían en hacer visibles sus efectos demoledores. Carlos Fuentes publica La campaña. En el interior de una cultura en que la modernidad era consagrada como la panacea de los pueblos, Néstor García Canclini nos trae Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad.

Llega Estados Unidos, 1994, triunfo de Brasil, expulsión de Maradona por un antidoping. Una metáfora escalofriante recorrería las galerías mediáticas: las piernas cortadas. Eric Hobsbawm publica su Historia del Siglo XX.  Presente año tras año, García Márquez esta vez se viene con Del amor y otros demonios. Juan Gelman, De palabra. Abelardo Castillo daría su primera novela El que tiene sed.

Francia, 1998, el campeón es Francia. En Argentina se cumple el segundo mandato de la presidencia de Carlos Menem. La desocupación es alarmante y asciende a más de dos dígitos. Pobreza, exclusión, marginación social.  Ernesto Sábato publica Antes del fin, memorias que recogen un repaso por la vida del escritor y su reflexión sobre la literatura y la sociedad de nuestro tiempo. También encontramos en este año a La fiesta del chivo de Mario Vargas Llosa.  En Argentina Andrés Rivera publica La lenta velocidad del coraje.

Después seguimos con los mundiales del año 2002 (Japón-Corea), 2006 (Alemania) y 2010 (Sudáfrica) y 2014 (Brasil). Del cambio de siglo en adelante no voy a hablar, ya que mucho de lo publicado no está lo suficientemente difundido, ni catalogado, ni valorado y podríamos incurrir en una injusticia.  

En este ligero repaso, seguro quedan imperdonables nombres en el olvido. Ha sido tan solo una muestra, imperfecta y precaria. Hemos dado un lugar preferencial a los argentinos y Latinoamericanos, por localía.  Anaqueles abarrotados con libros en todos los idiomas están detrás de cada copa, y piden ser leídos.

Finalmente, estamos en un año mundial y la contienda deportiva está llegando a su fin. ¿Cuáles son los libros mundiales de este campeonato? ¿Cuáles obras de este 2014 quedaran para la historia? Acaso sea tan inescrutable como el resultado del próximo domingo. Lo mejor sería esperar que no solo la Argentina gane y obtenga una nueva copa del mundo, sino, además, que este año mundialista, algún escritor argentino nos deje una obra inmensa, un legado  inolvidable para la posteridad.  Auguremos goles y lecturas, maravillosas lecturas. Es la otra final que nos espera. 

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