lunes, 14 de agosto de 2017

Empate técnico, “falta envido y truco, chiste nacional”



Escribo al calor de la contienda. Después, no sirve. Esta madrugada ha cerrado el escrutinio de estas PASO 2017 para la Provincia de Buenos Aires –la madre de todas la batallas, para el folclore electoral– dejando desencantos en ambos lados de la grieta. 

Los que jugamos al truco conocemos muy bien una movida que se llama “robar puntos”. Consiste en mentirle al adversario para que se achique y se “vaya al maso”, con el puntaje en disputa a nuestro favor. Es una versión lúdica del “si pasa, pasa”. Vale comparar el tratamiento de los datos en el escrutinio de esta madrugada, con una jugada de este calibre. Como en el truco, el oficialismo ha puesto en escena un simulacro de puntos que no tenía para mostrar, con una doble intención: aminorar al adversario y producir un “efecto” de verdad. En la era de la “posverdad”, la estrategia comunicacional de anoche podríamos calificar de “posveridicción”, un decir que, sin ser verdadero, produce efectos similares a los que produciría si lo fuera.

Lo cierto es que la “inteligente” movida ha dejado malestar entre propios y ajenos, y lo único que ha conseguido es profundizar los efectos de la grieta. Los unos, después de embriagarse con el champagne de los cinco a siete puntos de diferencia que llegaron a mostrar casi con obscenidad, han sufrido el desencanto de conformarse con un “empate técnico” que, para colmo, no puede ocultar el vaho a derrota encubierta que, aunque disimulen, su olfato percibe hasta la náusea. Los otros, por la frustración que siente el jugador al que le han robado los puntos de manera artera y engañosa. 

Entonces, todo sigue igual. Los odios y violencias permanecen intactos de ambos lados. Lo único que se ha conseguido es posponer el diferendo para las elecciones de octubre, en las que, para colmo, habría convidados de piedra que ya no tienen cartas que jugar y no les queda más que pasar la mano. 

Si de grieta hablamos, estamos en problemas. Esta madrugada en la que los gallos no han cantado, se ha transgredido un principio de la democracia que hasta ahora –salvando olvidables excepciones– cuidábamos con celo: es el respeto a la decisión del ciudadano. Hasta los votantes de cambiemos merecían la verdad de los guarismos. En el truco vale simular y mentir, en los comicios no. Porque, tanto en el juego como en el sufragio, cuando el adversario dice “quiero”, hay que mostrar los puntos al final de la mano.