miércoles, 10 de noviembre de 2010

LA TRADICIÓN SEGÚN DI LULLO. TENSIONES QUE NOS DESGARRAN





Día de la tradición. No podemos dejar de recordar a don Orestes Di Lullo, ese santiagueño viajero dado a explorar las profundidades simbólicas de nuestro Santiago.
Hombre llevado por el viento, al decir de Gustavo Caro, su itinerancia se expande en el tiempo y en el espacio, en la tradición y en el entorno, en el destino y en la tierra, para recolectar y promover el sentido de un estar en Santiago desde un horizonte inabarcable.
¿Qué tradición, descubrir en Santiago? La tradición es tragedia expresada en una tensión bipolar. Regresión a los orígenes y progresión hacia un incierto horizonte. Sedimentación y apertura del sentido. Ocultación y descubrimiento. La tragedia de una tensión entre tierra y destino.
La tierra, la estratificación simbólica de la tierra, ejerce gravitación sobre los pueblos. Se enseñorea de ellos. Los somete y fagocita.
El paisaje es generador semántico de una poética exuberante. Se concreta como folklore a través de diversas prácticas rituales. Pero los hombres y los pueblos verán frustrada su instalación por esa corriente moderna que los arrastra fuera de si.
Viven la tierra desde la nostalgia del desarraigo. Nómades cautivos de caravanas interminables. Anhelantes soñadores con un regreso siempre postergado.
Di Lullo nos llama a pensar la dialéctica arraigo-desarraigo, tierra y destino que el santiagueño vive paradójica y conflictivamente.
El sentido que se instala entre los pueblos y su tierra, será nostalgia y tristeza por el efecto devastador de procesos históricos.
Y el santiagueño será para siempre un estar sin domicilio, una ausencia de paisaje extrañada de sí misma.

Recordemos sus palabras:

"... vivir en el paisaje santiagueño es entregarse a él, es dejar de ser, es ser del paisaje. Cada uno siente la inmensidad, la desnudez, el silencio suyo, ya no es uno, es el paisaje mismo que grita y se impone desde lo profundo del ser como una fuerza de la propia entraña."

La Razón del Folklore, pag. 16







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